LA ADICCIÓN AL TRABAJO, UN PROBLEMA BIEN VALORADO

No siempre se distingue la línea que separa la devoción de la adicción al trabajo. En ocasiones resulta difícil marcar la diferencia entre una persona que disfruta con su empleo, que se implica con un compromiso admirable y lo hace de manera competente, de otra que está prestando demasiada atención a su profesión, dejando a un lado las demás facetas de su vida, mermando su salud y la de su entorno sin que ella misma lo perciba. En ambos casos es probable que se esté desarrollando un desempeño de tareas excelente, pero mientras que en el primero prevalece la motivación y la satisfacción, en el segundo se puede estar gestando un abuso o, incluso, una dependencia insana hacia el entorno laboral.

La adicción al trabajo brota de manera preferente en aquellas sociedades que sitúan en la cúspide de la pirámide de valores el desempeño laboral y la cultura del esfuerzo. Se percibe como positivo el exceso de horas y dedicación, aunque redunde en la merma de otras facetas de la vida de la persona, como sus relaciones afectivas, familiares y sociales.

La mayoría de personas sienten satisfacción por un buen trabajo, aumenta su autoestima cuando los superiores les valoran positivamente o incrementan sus ingresos por trabajar de forma competente. Sin embargo, hay que estar atento para no convertir el éxito profesional en la única manera de obtener el reconocimiento de los demás y sentirse satisfecho. Se correría así el riesgo de dejar a un lado otros aspectos de la vida tan importantes y necesarios como las relaciones personales o el goce del tiempo libre.

Las personas extremadamente perfeccionistas u obsesivas, a las que les apasiona el control casi enfermizo sobre sus tareas y prestan una atención compulsiva a los detalles irrelevantes, son las principales candidatas para convertirse en víctimas de su trabajo, ya que corren el riesgo de esclavizarse por dedicar demasiado empeño en el terreno laboral.

Es probable que la persona adicta al trabajo no sea consciente de su problema hasta que su entorno empieza a notar las repercusiones de esta exagerada dedicación, síntomas como cansancio constante, ansiedad, tristeza, sentimientos de culpabilidad ante tareas inacabadas, falta de tiempo libre y estrés cuando descubra que hay algo que está mermando su salud.

Fuente: revista.consumer.es

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